La vida humana tiene sus desafíos y luchas. Muchas veces nos encontramos en situaciones que nos afligen tanto que incluso nos causan dolor que no siempre es físico, pero un dolor del Alma.
Y por más que las personas pasen por situaciones semejantes, la experiencia de vida de cada uno cambiará la manera como se siente y enfrenta el sufrimiento. Y a nosotros no nos corresponde juzgar, porque independientemente de la edad, la creencia, del género o de la clase social, todos enfrentan algún desafío.
Ya sea un dolor en el cuerpo o en el Alma, recuerde siempre de pedir ayuda, buscar el diagnóstico de un profesional de la salud y seguir el tratamiento médico cuando sea necesario.
La medicina humana también fue creada por Dios y puede auxiliar, y mucho, en la comprensión, prevención y cura de los dolores del Alma. Es fundamental aliar los cuidados materiales a los cuidados espirituales. Hablaremos profundamente sobre este tema a lo largo de este artículo.
Pero, a final, ¿qué son los dolores del Alma?
Quien nos aclara es la psicóloga, especialista en Arteterapia y Psicología Analítica, Laira Batisteti, en una entrevista al portal de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo:
Podemos decir que los dolores del Alma son los dolores emocionales, ellos son profundos e intensos. Algunas personas los relatan como un inmenso vacío o una gran angustia, incluso una sensación de desesperación.
Aunque el dolor sea emocional se puede sentirlo físicamente, como dolores en el pecho, en la región del corazón, dolores de cabeza e inclusive dolores abdominales. Las personas que normalmente relatan ese dolor pasaron por grandes pérdidas y encontraron dificultades para lidiar con ellas.
Pérdidas como la muerte de un ser querido, fin de matrimonio y la pérdida de un empleo [...] causando en la persona un sentimiento de desaliento, de no poder más progresar en su vida diaria. [...]
Aun cuando sea un dolor muy intenso, es importante que la persona mantenga el buen ánimo. Palabra que viene del latín, que significa Alma y coraje. Por ello, las actividades al aire libre, la meditación y la práctica religiosa pueden ser factores muy importantes para mantener el buen ánimo.
Es importante nuestra atención especial en cuanto a la intensidad y a los casos en que esos dolores del Alma se extiendan por mucho tiempo, porque pueden evolucionar para una depresión u otros trastornos mentales.
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El diagnóstico y el seguimiento médico serán fundamentales en esas situaciones, especialmente por parte de un psicólogo, psiquiatra o un médico de su confianza.
Otro aspecto importante es el aumento y la gravedad de esos dolores emocionales en relación a las incertezas y los cambios causados por la pandemia del nuevo coronavirus.
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Sobre los desafíos que la vida nos presenta, sepamos comprender que no son sin motivo y que el dolor puede ser un gran maestro. El sufrimiento puede indicar que algo no está bien y hacernos cambiar de actitud, buscar nuevos caminos, aprender y crecer frente a las adversidades.
El Presidente Predicador de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, José de Paiva Netto, enseña en su blog:
“El dolor debe enfrentarse valientemente. Si intentamos huir de él disimulándolo, perderemos el carácter sublime de sus enseñanzas”.
+ ¿Por qué Dios permite el sufrimiento?
En la superación de los dolores del Alma
Sabemos que los dolores del Alma son reales e intensos y, muchas veces, causan un sentimiento muy fuerte de desaliento, y puede dar la aparente impresión de que no hay a quien recurrir. Parece que todas las puertas están cerradas y nada tiene solución.
¡Pero esto no es cierto! Es en esos momentos que debemos elevar nuestros ojos al cielo y, en una conversación interna y sincera con el Creador, exponer todo lo que nos aflige, porque es por la oración que encontraremos el aliento y las fuerzas para superar nuestros dolores más secretos.
Jesús, en Su Santo Evangelio, según San Mateo, 11:28 al 30, nos enseña:
“Vengan a mí todos ustedes, los que están cansados, que Yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su Alma; porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana”.
Aunque las tareas diarias sean muchas y no tengamos tiempo suficiente para hacer todo lo que queremos, existen muchas formas de orar, y usted puede encontrar la que mejor se adapta a su rutina. Lo más importante es la sinceridad que pone en sus palabras y pensamientos.
Leer un pasaje bíblico del Evangelio y Apocalipsis de Jesús, escuchar una música elevada o incluso escribir lo que se está sintiendo, buscando esa conexión con Dios, también son formas de conectarnos a Él.
Vea algunas sugerencias para su momento de Oración:
— Tesoros en el Cielo (Evangelio, según San Mateo, 6:19 al 24);
— Jesús, el pan de la Vida (Evangelio, según San Juan, 6:25 al 59);
— Los discípulos son la sal de la tierra y la luz del mundo (Evangelio, según San Mateo, 5:13 al 16).
Así como la Oración, conserve buenos pensamientos, conversaciones edificantes y hábitos saludables para el cuerpo y para el Alma.
Además de un poderosísimo recurso que es la práctica del Bien, el amparo a los que necesitan de alimento, abrigo, de una palabra amiga o de mensajes que los ayudará en las tareas diarias.
Y no necesitamos de muchas horas para hacer el Bien, basta con dedicarnos al otro dándole atención, cuidado y respeto. Escuchar lo que nuestro semejante tiene a decir es donar nuestro tiempo, es ser amigo. Es ayudar en un momento de dolor.
Pero usted puede preguntarse: “¿cómo voy a ayudar si no sé cómo sanar el dolor que siento?”. El Hermano Paiva Netto escribe, en su artículo Reaccionar al propio dolor:
“En mi larga vida dedicada a las causas espirituales y sociales de la Religión del Tercer Milenio y de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), he sido testigo de ejemplos inigualables provenientes de personas que, en virtud de un lamentable estado de salud, podrían considerarse sin obligación de brindar ayuda a otras personas que también necesitaban atención, aunque fuera con una palabra. Y muchas —sorprendentemente auxiliadas por quien de nada se podría esperar, en la opinión humana, por padecer males tormentosos— lograron reaccionar a su proprio dolor, encontrando tantas veces, después de la ayuda inesperada, razones para enfrentar sus dramas con una disposición que pensaban haber perdido hace mucho.
Fraternalmente aconsejo: quien quiera disminuir su dolor ayude a los que sufren”.
He aquí la clave para iniciar nuestra jornada en la búsqueda de la Paz interior y la cura y prevención para cualquier dolor del Alma: el amparo a nuestro semejante.
Incluso con el distanciamiento social (aún necesario en muchos países), debido al COVID-19, podemos ayudar al prójimo por los medios virtuales, llamando por teléfono, conectándonos por video llamada, hablando con un vecino por el balcón del edificio... En fin, son muchas las maneras de extender la mano y brindar ayuda.
Escuchar los dolores ajenos nos ayuda a comprender que nuestra lucha no es imposible de vencer, que hay solución, porque Jesús nos da las herramientas para esto.
Y con el Alma fortalecida estaremos listos para buscar la ayuda especializada y lidiar con los dolores del Alma.
¡Opción en el Bien!
Una de las acciones que la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo indica para fortalecer el Alma y crear ese espacio de confraternización y aprendizaje sano es la Oración en el hogar.
Un momento semanal dedicado al diálogo entre familiares, amigos y vecinos, diseminando la Oración y el Estudio de las enseñanzas fraternas y ecuménicas de Jesús. Este momento puede hacerse virtualmente y contribuir para el fortalecimiento de los vínculos. Véalo paso a paso.
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Gracias por acceder y leer este contenido hasta el final. ¡Qué Dios ilumine su camino y que todos los dolores sean superados, con las bendiciones del Padre Celestial!