Muchas personas se preguntan: “¿qué sucede cuando morimos?”. En este texto, trataremos del tema bajo la luz de la Espiritualidad Ecuménica, basada en los estudios del escritor Paiva Netto, Presidente Predicador de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, inspirado en las lecciones eternas de Jesús.
La humanidad carga una gran inquietud sobre la continuidad de la vida después de la muerte. Algunos prefieren evitar el tema, otros no creen en ello, mientras que muchos aceptan la idea, pero sin la seguridad de qué los espera tras el fallecimiento. Respetamos todas estas perspectivas, sin embargo, es esencial profundizar en la comprensión de este asunto para vivir de manera más consciente aquí en la Tierra, sin temer lo que vendrá tras el desencarne, ya sea el nuestro o el de un ser querido.
En las Sagradas Directrices Espirituales de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, volumen 1, página 362, edición en portugués, el escritor Paiva Netto relata lo desafiante que es la situación de la ignorancia sobre qué sucede cuando morimos, desde el punto de vista espiritual:
“El gran equívoco de la humanidad es vivir como si nada hubiera después de la muerte. Los Mentores Espirituales revelan que uno de los más graves dramas en la Patria de la Verdad* es la llegada de multitudes libres de los grilletes de la carne, pero completamente ignorantes de lo que es el Mundo Invisible. Es una terrible falla de las religiones en la actualidad. Laurinda V. de Mello escribió, en la psicografía de Francisco Cândido Xavier, que:
—La muerte del cuerpo físico, para quien no se ha preparado conscientemente, es siempre un golpe muy grande para el Espíritu”. (Los destaques son nuestros).
El conocimiento nos conduce a las buenas prácticas. Si desconocemos o ignoramos la existencia de la vida después de la muerte, podemos vivir de forma equivocada y ser sorprendidos al llegar al otro lado, pues la vida continúa más allá de esta existencia.
Mundo Espiritual
En el artículo El Mundo Espiritual no es una abstracción, contenido en el blog paivanetto.com/es, el escritor brinda considerables contribuciones acerca de qué sucede cuando morimos:
“El Mundo Espiritual, me gusta reiterar, no es algo abstracto, indefinido; realmente existe, lleno de vibración y trabajo. No lo vemos todavía, por una cuestión de frecuencia, obstáculo a ser develado por la actividad científica y superado por la evolución de los sentidos físicos, que se abrirán hacia nuevos cielos y nuevos mundos”. (Los destaques son nuestros).
En la afirmación anterior, comprendemos que nuestros sentidos físicos algún día serán capaces de percibir y tener contacto con las realidades espirituales que nos rodean. Sin embargo, para alcanzar este nivel, es importante trabajar desde ya en la eliminación de prejuicios y, con Humildad Valiente, estudiar el tema, desde las importantes referencias que nos trajo Jesús, quien no solo enseñó, sino que también ejemplificó sobre la vida después de la muerte, resucitando al tercer día tras la crucifixión (San Juan, 20:1 al 10).
Entonces, lo que sucede cuando morimos es que, en realidad, no morimos; simplemente vamos al Mundo Espiritual, en una de las moradas del Padre Celestial (San Juan, 14:2). Allí, de acuerdo con nuestro merecimiento, encontraremos una vida en constante actividad, estudio, aprendizaje y perfeccionamiento; sin estancamiento ni reposo.
Bien, a continuación del mencionado artículo, el autor continúa, fundamentando sus palabras en las enseñanzas de Jesús, el Pedagogo Celestial:
“(...) Mi Padre no cesa de trabajar, y Yo con Él. (...) No se turbe su corazón: ustedes creen en Dios; crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas moradas. Si así no fuera, ya les hubiera dicho. Así que voy a preparar lugar para ustedes. Y si Me voy y les preparo lugar, vendré otra vez, y los llevaré conmigo, para que donde Yo esté, también ustedes estén”. (Evangelio, según San Juan, 5:17 y 14:1 al 3).
Y, después de transcribir las valiosas enseñanzas de conocimiento espiritual, Amor y Tranquilidad del Alma, provenientes del Corazón de Jesús, el escritor añade:
“Se establecen, de forma clara, en la palabra del Divino Pedagogo, la existencia y la actuación activa, militante, del Mundo Espiritual sobre el material, por medio, por ejemplo, de los Ángeles de la Guarda. De ese modo, es necesario que todos estemos conscientes de este intercambio y sepamos lidiar con esa realidad todavía invisible”.
Es importante resaltar, dentro de este intercambio entre nosotros, nuestros Ángeles de la Guarda y seres queridos que están vivos en la Patria Espiritual, el dinamismo del mismo Espíritu de Jesús, quien, después de Su resurrección, pasó cuarenta días en plena comunión, trabajo y orientación con Sus discípulos, apareciéndoles en diversas ocasiones.
Y, incluso después de Su ascensión a los cielos (Hechos de los Apóstoles de Jesús, 1:1 al 14), el Divino Maestro se presentó varias veces a los apóstoles, de las cuales recordamos los pasajes de la caída de Saulo del caballo (Hechos de los Apóstoles de Jesús, 9:1 al 9), de la aparición de Jesús a Ananías (Hechos de los Apóstoles de Jesús, 9:10 al 16), y de la visión que San Pablo tuvo del Cristo de Dios cuando oraba en el Templo de Jerusalén (Hechos de los Apóstoles de Jesús, 22:17 al 21).
Dinamismo y actuación
Y en Su Santo Evangelio, según San Juan 14:12, el Educador Celestial afirma: “De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que Yo hago; y aún mayores obras hará, porque Yo voy al Padre”.
Así, el Cristo de Dios destaca que las obras realizadas por Él no serían exclusivas de Su grandeza y jerarquía espiritual, sino que, por Su Poder Divino compartido con nosotros, también seríamos capaces de realizarlas. Somos hijos de Dios, aún en proceso evolutivo para alcanzar la grandeza Divina, pero hijos del Padre Celestial.
Por eso, la habilidad de mantenerse en acción dinámica y de trabajar en el Bien, en el Mundo Espiritual, no es exclusiva de Jesús. Nuestras Almas también poseen esa condición cuando estamos del otro lado. ¿Alguna vez ha pensado en esto?
En la obra literaria “Los muertos no mueren”, el escritor Paiva Netto, al aclarar sobre la continuidad de la vida después de la muerte, en la página 106, bajo el subtítulo ‘Dios es Dios de Vivos’, presenta una importante provocación para reflexionar sobre qué sucede cuando morimos:
“La muerte no es el término de la existencia humana. ¿No lo cree? Está en todo su derecho. Pero ¿y si fuera verdad? Regálese, mi amiga, mi amigo, el beneficio de la duda, base del discurso científico que, gracias al estudio incesante, sigue investigando nuevos caminos para la humanidad”.
Esta provocación de “regalarse el beneficio de la duda” es una invitación a considerar que, incluso sin pruebas definitivas, debemos permitirnos la reflexión y la posibilidad de que la muerte puede no ser el fin. Así como la ciencia investiga lo desconocido, también debemos explorar la idea de que la vida continúa de alguna manera.
Lectura Sagrada en Espíritu y Verdad, a la Luz del Amor de Dios
Otro punto fundamental en la doctrina de la Religión del Amor Universal es aprender a analizar las Sagradas Escrituras en Espíritu y Verdad, a la Luz del Nuevo Mandamiento de Jesús, quien enseñó: “Un Nuevo Mandamiento les doy: ámense como Yo los he amado. Solamente así podrán ser reconocidos como mis discípulos” (Evangelio, según San Juan, 13:34 y 35). Entonces, cuando se trata de reflexionar sobre “qué sucede cuando morimos”, también debe estar permeado por este mismo principio.
A partir de esta condición de entendimiento profundo, ecuménico y fraterno, tenemos la capacidad de extraer de la Sagrada Biblia el significado moral de Sus enseñanzas. Y esta comprensión debe igualmente aplicarse a los versículos a continuación, en las palabras del Pedagogo Celestial:
“No se asombren de esto: Vendrá el tiempo cuando todos los que están en los sepulcros oirán Su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”. (Evangelio de Jesús, según San Juan, 5:28 y 29).
Más que una representación literal de una sepultura, estos sepulcros significan aquellos que están atrapados o “enterrados” en conceptos puramente materiales y que, al recibir la voz del despertar espiritual del Cristo de Dios, tienen la oportunidad de “resucitar” sus corazones y sus mentes a partir de nuevas enseñanzas, fundamentadas en bases espirituales y eternas, traduciendo todo este aprendizaje en las mejores acciones posibles, en beneficio de sí mismos y de sus semejantes. Y este despertar puede ocurrir cuando el Alma se encuentra en la Tierra o incluso en el Cielo de la Tierra.
Y solamente con las mejores obras en beneficio de nuestros hermanos en humanidad podremos habitar las moradas elevadas de la casa del Padre Celestial, conforme Jesús enseña en Su Santo Evangelio, según San Juan 14:2, donde cada “morada” corresponde a una esfera, a un plano espiritual existente alrededor del planeta Tierra.
Y cuando regresemos al mundo espiritual, habitaremos uno de estos planos desde donde daremos continuidad a nuestro proceso evolutivo a través del continuo aprendizaje y vivencia de las Leyes Divinas, puesto que del otro lado de la vida existen hogares, familias, escuelas, hospitales y estructuras similares a las que existen en la Tierra, pero en una condición superior, ya que los Espíritus en regiones elevadas trabajan fundamentados en el Amor Divino y en la Solidaridad Ecuménica.
El escritor Paiva Netto escribe sobre esto en el libro “Los muertos no mueren”, p. 147, en el subtítulo “Observaciones de Er acerca de la muerte”::
“Un verdadero reencuentro ocurre con los seres reencarnados cuando regresan al Mundo de la Verdad* en el momento correcto. Cuando llegan, son encaminados a las regiones con las que espiritualmente se encuentran afines y viven un periodo de ajuste. Todo es atracción. Reaprenden las costumbres de nuestra Patria de origen, repasan sus experiencias y acciones mientras vestían la vestimenta física, traen informes sobre qué pasa en la Tierra o reciben noticias de sus seres queridos que están en el Plano Espiritual”.
Cómo es bueno este conocimiento acerca de qué sucede cuando morimos, pues resulta en otra conciencia sobre la vida en la Tierra, llevándonos a la percepción de que tenemos responsabilidades intrínsecas de amor, respeto y cuidado unos a los otros y a nuestro hogar terrenal, posibilitando así la construcción de un destino cimentado no más en conceptos pasajeros, sino en valores eternos.
Y estos valores divinos que practicamos nos llevarán al mundo espiritual con la misión terrenal cumplida, abriendo así caminos de luz para la continuidad evolutiva, en el Cielo de la Tierra y en otras existencias en la materia, ya que afirma San Pablo Apóstol en su Epístola a los Efesios, 4:13: “hasta que todos lleguemos a estar unidos por la Fe y el conocimiento del Hijo de Dios; hasta que lleguemos a ser un hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud del Cristo”.
Y este gran intento no ocurre solamente en una existencia. Necesitamos de innumerables experiencias, en la carne y fuera de ella, para algún día alcanzar la grandeza de Jesús. ¡Y estamos en esa trayectoria!
Finalmente, la amplitud del aprendizaje sobre la eternidad de la vida, al ser develada y puesta en práctica, brinda a los seres humanos plenas condiciones para la edificación de una sociedad más justa e igualitaria a todos los habitantes del planeta, a partir de la conciencia espiritual que se madura diariamente en cada corazón.
En el libro “¡Es Urgente Reeducar!”, página 68, bajo el subtítulo ‘Ciudadanía Planetaria’, el escritor Paiva Netto comenta sobre las dificultades de vivir un mundo mejor sin el conocimiento de que somos seres materiales y, sobre todo, espirituales:
“Ahora bien, sin saber que existimos en dos planos, por lo tanto, no únicamente en el físico, es difícil que alcancemos la Sociedad realmente Solidaria Altruista Ecuménica, porque continuaremos ignorando que el conocimiento de la Espiritualidad Superior eleva la dignidad de las criaturas y, consecuentemente, la dirige hacia la construcción de la Ciudadanía Planetaria”.
Por lo tanto, la superación de todos los desafíos individuales, incluso el sufrimiento por el regreso de seres queridos al mundo espiritual, y la solución de tantos problemas enfrentados por la humanidad, está en la conciencia de que somos seres eternos y de que las obras de amor y caridad, nacidas de nuestro corazón, atraen la presencia de los amigos del mundo espiritual que ayudan activamente en la edificación de un mundo mejor, comenzando dentro de cada uno de nosotros.
Entonces, recapitulando:
Qué sucede cuando morimos:
— La vida continúa en otra dimensión, porque la muerte no es el fin de la existencia.
— No quedamos inactivos, ya que el Mundo Espiritual es un lugar de mucha actividad y trabajo.
— El Espíritu se dirige a una de las moradas del Padre, de acuerdo con el merecimiento conquistado por las acciones practicadas en la Tierra.
— Este conocimiento nos guía en la responsabilidad sobre nuestras acciones durante la vida terrenal, sabiendo que hay consecuencias también en la vida espiritual.
A continuación, algunos esclarecimientos para las dudas enviadas por los internautas sobre el tema:
1. ¿Qué es el Mundo Espiritual?
En la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, se comprende el Mundo Espiritual como la dimensión donde viven los Espíritus, los Ángeles de la Guarda, las Almas Benditas, así como nuestros familiares y amigos que permanecen vivos, después del fenómeno de la muerte.
Es nuestra Patria de origen y hacia donde regresaremos después del desencarne. Lo que valora aún más nuestra trayectoria en la Tierra, una oportunidad dada por Dios para que podamos progresar y evolucionar espiritualmente, enfrentando desafíos que ponen a prueba nuestra perseverancia y Fe que Realiza.
Por lo tanto, “Patria de la Verdad” o “Mundo de la Verdad”: son referencias hechas por la Religión Divina al mundo espiritual, teniendo en cuenta que la gran verdad enseñada por Jesús es la continuidad de la vida después de la muerte y que las esferas elevadas de la patria espiritual son nuestros lares definitivos, mientras que el plano material representa nuestra esfera transitoria, pues afirma el Hermano Paiva Netto: “Es fundamental comprender que la verdadera ciudadanía tiene su origen en el Cielo, del que realmente vinimos, ya que hay Vida antes de la vida”.
2 - ¿Es posible encontrar a los seres queridos que ya fallecieron en el Mundo Espiritual?
Sí, es posible, siempre y cuando haya merecimiento y sea para el bien de ambas almas. Sin embargo, es importante vivir la vida en la Tierra haciendo el bien, sin jamás pensar en abreviar la vida para encontrar a esa persona amada más rápidamente. Enseña el Presidente Predicador de la Religión Divina, José de Paiva Netto: “El Amor establece la simpatía. Y ese es el atractivo que no perece, la gracia eterna del Espíritu. Ni la muerte separa a los que se aman. Excepto cuando hay suicidio”.
Saber que esos lazos de amor siguen después de la muerte del cuerpo físico ¡es un gran consuelo para nuestro corazón! Podemos orar por el Espíritu Eterno de nuestros seres queridos, enviándoles las mejores vibraciones. Seguramente, ellos recibirán ese cariño, donde quiera que estén. Y, en el momento correcto, el reencuentro de almas debe suceder.
¡Esperamos que todas las reflexiones presentadas proporcionen sabiduría, consuelo y paz!
¡Mucha fuerza, luz y paz, en nombre del Cristo de Dios, a su corazón!
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