Texto de la Academia Jesús, el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista*.
Jesús, el Gobernante Sublime del planeta Tierra, es mucho más que una figura que debe ser respetada en el sector religioso. Sus ejemplos de Paz y Solidaridad Universal se pueden experimentar en todas las áreas del saber humano y espiritual. En ese sentido, disertó el Presidente Predicador de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo1, José de Paiva Netto, en 1989: "Siendo Jesús el Divino Libertador, ipso facto, no puede ser sectario, por lo tanto, ni prisionero de esa o de aquella convicción religiosa, por más brillante y respetable que parezca. Él es un extraordinario Ideal Celestial de Humanidad, Amor, Solidaridad y Justicia para todos los Seres Humanos y Espirituales de este planeta".
Cuando permitimos que Su Divina Influencia se haga presente en nuestra casa, en nuestro trabajo, en la comunidad en que habitamos, somos capaces de alcanzar una realidad mejor, una versión elevada de nosotros mismos. Basta ver Sus Sublimes ejemplos que hasta hoy han trascendido en todo el mundo.
Es inconmensurable la ampliación dada por Jesús a los conceptos de Igualdad, de Amor y de colaboración mutua entre los que sufrieron innumerables rechazos tanto por las diferencias físicas como por las culturales, políticas, económicas y sociales. Fue por Su intermedio que las mujeres se consideraron sujetos sociales, que ganaron respeto y Alma, que fueron reconocidas como Hijas de Dios; que los niños lograron visibilidad y fueron acogidos en el seno de la familia; y que tantas otras personas pasaron a ser vistas una al lado de otra, incluso los enfermos. A partir de Su ejemplo de lucha por los que padecen los males físicos surgieron, en los siglos siguientes, los primeros hospitales, los primeros ambientes donde la enfermedad no era motivo de condenación y prejuicio.
En Su Evangelio, el Divino Amigo nos convoca a comprenderLo por Sus acciones de Buena Voluntad: "Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero, si las hago, y no me crees, creedme por lo menos por causa de mis obras; para que podáis comprender que el Padre está en mí, y que Yo estoy en el Padre" (San Juan, 10: 37-38). Jesús nos enseñó a actuar por Amor, sin esperar nada a cambio; nos llamó a dar lo mejor de nosotros mismos por el Bien de nuestros semejantes y por todo esto, el Cristo inauguró en la Tierra el Ecumenismo, que debe ser comprendido, como siempre nos recuerda el escritor Paiva Netto, "en su sentido original: oikoumenikos — significa ‘de alcance o aplicabilidad mundial; universal’".
Cuando una persona es ecuménica tiene tanta seguridad que no ve necesidad de imponerse a otra. Se siente plena por ser útil; encuentra el sentido de vivir cuando sirve al Bien común; tiene la humildad suficiente para no querer existir sola, para no insistir en una visión solitaria de ningún conocimiento. Se trata de tener ese coraje de los grandes, que aprenden hasta con sus más férreos opositores... Tener como prioridad espíritu de justicia y sed de aprender, en vez de sed de ganar y del vicio de la vanidad. Esto es pensar con el Alma agigantada, ligada a Dios en el Amor a Sus criaturas. Es desear más la Paz de todos que la victoria de uno. Es así que debemos experimentar el Ecumenismo. Y justamente por haber vivido todo esto, demostrándonos que es posible y no un sueño distante e intangible, Jesús es el Cristo Ecuménico.
Su carácter de Divino Estadista puede ser descrito más allá de la perspectiva histórica o de la política formal constituida en la época. Afirma Paiva Netto:
"Jesús es, por encima de todo, una generosa y actualísima idea en marcha que merece ser estudiada y vivida por todas las Almas anti sectarias, liberadas de prejuicios y tabúes, por consiguiente, dispuestas a estudiar y aprender, con mente y corazón abiertos, sin alimentar opiniones preconcebidas".
Jesús condujo a multitudes para que experimentaran la Paz; fue justo en Sus actos; nos enseñó a cumplir las Leyes y fue más allá, al revelarnos las Leyes Universales que rigen el Universo; fortaleció a las familias, núcleo de la sociedad; presentó el Poder de la generosidad de Dios a los poderosos del mundo; nos reveló que la autonomía y la libertad se conquistan primero dentro de nosotros mismos y que, muchas veces, existen opresiones con que nosotros condicionamos a nuestros destinos. Cristo nos enseñó que nadie puede ser feliz si tiene a su lado a alguien que sufre. Por eso, Él gobierna, porque nos capacitó para que lográramos la soberanía en nuestras decisiones. Aunque no tengamos coraje para percibir Su Celestial influencia, Él nos conduce, en la medida que lo permitimos, hacia la construcción de un mundo más justo, fraterno y de verdadera dignidad.
Su Sublime Presencia nos acompaña desde que surgió esta Humanidad creada por Él, conforme consta en el relato de San Juan, 1:1 a 3: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y nada de lo que se hizo fue hecho sin Él: Jesucristo". Jamás fuimos abandonados. De ahí afirmamos que Jesús es el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista, pues al hacernos señores de nosotros mismos, gobierna este planeta y nos conduce hacia la felicidad.
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*El 1º de febrero de 2007, el Presidente Predicador de la Religión del Tercero Milenio, Paiva Netto, funda la Academia Jesús, el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista. Compuesta por el Instituto de Estudio, Investigación y Vivencia del Nuevo Mandamiento de Jesús y por el Instituto de Estudio e Investigación de la Ciencia del Alma, esa Escuela Magna de la Sabiduría Espiritual Ecuménica tiene, entre otros notables objetivos, ampliar el entendimiento sobre Jesús desectarizado y Su Sublime Inspiración para guiar los más diversos campos del saber espiritual y humano.
1 Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo: También denominada Religión del Tercer Milenio y Religión del Amor Universal. Se trata de la Religión Ecuménica de Brasil y del mundo.
Versión: Heriberto Fleitas
Revisión: Luci Teixeira