¿Se has detenido a reflexionar sobre qué significa exactamente, tener Fe? Conforme conceptualiza el diccionario, Fe es la “confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo”.
Aquí se hace necesaria una aclaración importante: la Fe no se limita sólo al campo espiritual-religioso o a una tradición religiosa.
Al ejecutar diligentemente cualquier tarea (sea cual sea el área de actuación), creyendo que la concluiremos de la mejor manera posible; o cuando establecemos propósitos para los cuales aplicamos una gran dosis de dedicación, estamos movidos por la Fe, por lo tanto, por esa confianza.
Acerca de su importancia en la superación de los desafíos del día a día, enseñó Jesús, en Su Evangelio, según San Mateo, 17:20:
“Si tenéis fe del tamaño de un grano de mostaza, diréis a este monte: Sal de aquí, lánzate al mar, y así sucederá, porque todo es posible a aquel que cree”.
De este modo, la Fe se vuelve un atributo indispensable que nos impulsa a la concreción de lo que anhelamos.
Es importante destacar que las enseñanzas de Aquel que perseveró hasta el fin son pragmáticas, porque Jesús en todo momento demostraba Su inquebrantable Fe en Dios por medio del cuidado de los seres humanos y espirituales.
Su Buena Nueva está repleta de pasajes en los que Él mismo, buscando desarrollar esta virtud inherente a toda criatura de la Tierra o del Cielo de la Tierra, exalta la Fe de las personas como elemento esencial para la realización de los incontables milagros y curas relatados en el Texto Sagrado, e incluso muchos otros que allí no fueron descritos (Evangelio de Jesús, según San Juan, 20:30).
A ejemplo de las anotaciones del evangelista San Marcos (5:25 al 34), cuando el Divino Maestro opera la curación de una mujer hemorroisa, que por doce años padecía la enfermedad, sin alcanzar el restablecimiento de su salud física a pesar de haber gastado todos sus bienes.
El punto más relevante de esta narración está en el versículo 34, en el que Jesús revela a la mujer (y también a la multitud que asistió atenta a aquella escena) la clave para la conquista de lo que ella buscaba hacía tanto tiempo, al decir:
“Hija, tu Fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción”.
Es en este modelo de inmensa fraternidad que la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo1 se inspira para presentar su visión ecuménica de la creencia en algo superior a nosotros, porque la Fe es la fuerza necesaria para vencer los imposibles, es lo que nos motiva a no desistir ante el sufrimiento y a creer que la victoria del Bien vendrá.
La Fe que Realiza
A partir de ahí, la Religión del Amor Universal nos trae dos orientaciones importantes en cuanto a las características de la Fe que necesitamos desarrollar.
Una de ellas es que aprendamos con urgencia a educar y canalizar nuestra Fe en el Bien, a fin de que ella resulte en acciones benéficas para la Humanidad y para el planeta que nos alberga a todos sin distinción.
Por eso, su doctrina irrestrictamente universal se fundamenta en las lecciones de Jesús, el Cristo Ecuménico, el Estadista Celestial, por ser Él la más expresiva personalidad que este mundo ya conoció y cuyo legado, cuando está comprendido en sus reales y sublimes dimensiones y alcance, trasciende el campo religioso.
Otra imprescindible orientación es que nuestra Fe no puede ser una fe ociosa. Por el contrario, ella necesita ser un poderoso instrumento que nos dirija a la práctica de las Buenas Obras, tan bien predicadas y ejemplificadas por el Divino Pastor de nuestras Almas, Jesús.
Con base en eso, el Presidente Predicador de la Religión del Tercer Milenio, José de Paiva Netto, nos presenta la Fe que Realiza, por lo tanto, el ejercicio de creer en una fuerza Superior (motivados por el Bien, por el ejemplo solidario del Cristo) y hacer nuestra parte.
Sobre ella, Paiva Netto nos aclara en su libro Sagradas Diretrizes Espirituais da Religião de Deus, do Cristo e do Espírito Santo [Sagradas Directrices Espirituales de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo], volumen 1, página 183:
“Ella consiste en la Fe que se levanta contra la fe egoísta. La Fe que Realiza, como dice el propio título, es la etapa que promueve la Humanidad al aspecto práctico de la Fe, cumpliendo la reunión propuesta por la Fe Razonadora. Hace que el ser humano comprenda que, de la vivencia diaria de la Religión del Amor Universal, por la consciente y dinámica relación de los Planos Invisible y Visible, nacen las soluciones para su progreso en los diversos campos sociales ya sea en la propia Religión, en la Política, en la Economía, en la Ciencia, en la Filosofía, en el Deporte, en el Arte, en la vida doméstica, etc.”.
“Las Etapas Progresivas y Divinas de la Fe”
La Fe que Realiza integra “Las Etapas Progresivas y Divinas de la Fe” proclamadas por la Religión del Amor Universal y que demuestran el camino de la humanidad en su mejor entendimiento y vivencia de las Leyes Divinas. Las Etapas fueron registradas por Paiva Netto, en la misma obra ya citada, a partir de la página 181:
“1) Fe Razonada (Allan Kardec);
2) Fe Razonadora (Alziro Zarur);
3) Fe que Realiza (Paiva Netto); y
4) Fe que Diviniza (Paiva Netto)”.
Kardec trajo, “La Fe Razonada que se contrapone a la fe ciega”, explica el autor. Acerca de la Fe Razonadora, él aclara: “Zarur aplicó la dinámica a la Fe Razonadora, llevando al pueblo su entendimiento, por más simple que sea, dándole la capacidad de profundizar en las lecciones del Evangelio-Apocalipsis de Jesús y en el estudio sobre la existencia del Plano Espiritual y de los seres que allí habitan. Propone, con eso, la Unión de las Dos Humanidades, la del Mundo Espiritual con la del mundo material”.
La Fe que Diviniza, a su vez, “es el coronamiento de la evolución de las Humanidades, Invisible y Visible. Es la integración en Dios, que es Amor; por lo tanto, Caridad”.
La Fe como instrumento de la Solidaridad
Este precepto relativo al pragmatismo, por lo tanto, a las buenas acciones, que debemos emprender en la manifestación de nuestra Fe también encuentra respaldo en las advertencias del Apóstol Santiago, que, inspirado por Jesús, escribió en su Epístola, capítulo 2, en los versículos 14 y 17:
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? (...) Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.
Por lo tanto, esa confianza absoluta es la base para el cambio de nuestras acciones. Ella es la inspiración, el instrumento para el ejercicio de la Solidaridad.
“(...) La Fe sola no puede satisfacer (de modo pleno) la Ley Divina, pues tiene que producir resultados benéficos para la Humanidad. Por ejemplo, la consecuencia de la Fe debe ser la buena relación entre los seres humanos. Así, independientemente de la tradición religiosa que profesemos o no, construiremos juntos, por medio de Buenas Obras, un mundo mejor para todos. Y eso, sin duda, es aprobado por Dios, que es Amor. Por lo tanto, espera que Sus hijos se amen”, puntualiza Paiva Netto, en su artículo Fe y Buenas Obras, donde presenta un fragmento de la conferencia radial que pronunció el 30 de diciembre de 1992.
Jesús lo eligió a usted. ¡Atienda, en la Religión del Tercer Milenio, el Divino llamado del Maestro!
Esté con nosotros para fortalecer la Fe que Realiza en Jesús y juntos responder positivamente, claro y enérgicamente, con toda fuerza de nuestra Alma, a la pregunta del Sublime Pedagogo:
“Cuando venga el Hijo de Dios, ¿hallará fe en la Tierra?” (Evangelio, según San Lucas, 18:8).
¡Sí! ¡Hallará! Encuentre la dirección de la Iglesia Ecuménica más cercana a usted o envíanos un correo electrónico con sus preguntas y comentarios.
____________
1 Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo: También denominada Religión del Tercer Milenio y Religión del Amor Universal. Se trata de la Religión Ecuménica de Brasil y del mundo.