La Vida Eterna y las múltiples moradas del Padre
Cuando muere un ser querido, el dolor de la pérdida invade el corazón y para muchos parece que la muerte es el fin de todo. Sin embargo, ¿es este realmente el fin de la existencia? Jesús, en Su Santo Evangelio, en los relatos de San Juan, capítulo 14, nos consuela y esclarece sobre la eternidad de la Vida, para que podamos realizar nuestra oración por los muertos.
Dijo el Maestro:
1 No se turbe su corazón: ustedes creen en Dios; crean también en mí.
2 En la casa de mi Padre [el Universo] hay muchas moradas [las dimensiones espirituales]. Si así no fuera, ya les hubiera dicho. Así que voy a preparar lugar para ustedes.
Los que “murieron” o “fallecieron” se encuentran en una de estas moradas que cada uno construye en la Tierra a través de sus buenas o no tan buenas obras. Y esta realidad se puede observar claramente en varios relatos del Cristo, según San Lucas, 16:19 al 31, en los que el Educador Celestial cuenta la historia del rico y de Lázaro.
Ambos murieron y fueron a diferentes lugares, es decir, a moradas distintas del Padre Celestial, o, como llamamos en la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, el Plano Espiritual*, que es hogar del Espíritu fuera del cuerpo.
El Mundo Espiritual se organiza de manera justa y fraterna para recibir al Espíritu de los que murieron, y estos van a la Morada Celestial de acuerdo con el merecimiento adquirido por sus obras, realizadas antes de la muerte del cuerpo físico.
Si el rico y Lázaro murieron ¿cómo podrían hablar con Abraham y estar en lugares diferentes? ¿No sería esta una prueba más de la inmortalidad del Alma y de que el Bien o el mal que hagamos determinará el Hogar Celestial al que cada uno irá? ¡Es importante reflexionar sobre esto! Si están ahí es porque están vivos. Por lo tanto, podemos orar por ellos, consolando sus corazones que espiritualmente siguen latiendo y sintiendo, pero ahora desde el otro lado de la vida.
____________________________________________
* También llamado Mundo Espiritual.
Oración por los muertos: consuelo para una nueva jornada
No nos corresponde a nosotros evaluar, ni mucho menos juzgar, el estado en el que se encuentra el Espíritu, el Alma del ser querido fallecido. En la Religión del Tercer Milenio, preferimos llamar a estos Hermanos de Espíritus desencarnados antes que fallecidos o muertos —para enfatizar que el Espíritu sigue más vivo que nunca, ahora en otra morada—, pero, independientemente del término utilizado, solidariamente debemos orar por ellos, pidiendo el amparo Celestial a su cuerpo espiritual que existe, conforme afirma San Pablo Apóstol:
“Se siembra un cuerpo animal, y resucitará un cuerpo espiritual. Porque así como hay un cuerpo animal, hay también un cuerpo espiritual” (Primera Epístola a los Corintios, 15:44).
San Francisco de Asís, Patrono de la Divina Legión de la Buena Voluntad, en su oración, también hace su aporte acerca de esta realidad:
“Y es muriendo que nacemos para la Vida Eterna”.
Al nacer para la Vida Eterna, este cuerpo espiritual permanece vivo y con sus capacidades, emociones, sentimientos y nostalgia por quienes quedaron en la Tierra. Y las oraciones nacidas del sentimiento fraterno llegan a la persona amada como un refrigerio para el Espíritu, para el Alma del ser cuyo cuerpo físico ha muerto.
En el primer libro del profeta Samuel, capítulo 28, del Antiguo Testamento de la Sagrada Biblia, encontramos una historia verídica y emblemática. El rey Saúl, que no se portaba bien en su reinado, decidió, a través de la Vidente de Endor, invocar al Espíritu del profeta Samuel, que, como todos sabían, había muerto. Sin embargo, su Espíritu, vivo en el Mundo Espiritual, escuchó la oración, la súplica, la invocación y vino al encuentro del polémico rey, probando el efecto de nuestras oraciones por los que desencarnaron.
Su padre, su madre, su hija o hijo, esposa, marido pueden no solo escuchar su oración nacida del corazón lleno de sinceridad, sino que también pueden sentir el Amor de su súplica dirigida a ellos. Este sentimiento traerá paz y mucho consuelo a ese ser tan amado que sus ojos no pueden ver, pero su corazón puede sentir, conforme afirma el escritor Paiva Netto en su obra literaria Los muertos no mueren, en la página 263:
“(...) Así como la jornada prosigue para los que siguen reencarnados, lo mismo ocurre con nuestros seres queridos que nos precedieron a la Gran Patria de la Verdad. Muchos permanecen invisibles a nuestro lado, ayudándonos; otros, incluso, pueden necesitar nuestras oraciones. Oremos por ellos, para que, cuando llegue nuestro turno, alguien ore por nosotros. Y agradezcamos a Dios por ser Dios de vivos. Por consiguiente, repito: ¡los muertos realmente no mueren!”
“Otros, incluso, pueden necesitar nuestras oraciones”. Esta afirmación del Presidente Predicador de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo deja en claro cuán importante es la oración por los muertos, porque, de la misma manera que los familiares y amigos que permanecen en la Tierra pasan por adaptaciones, sufren, echan de menos a aquellos que partieron, igualmente y, a veces, de manera más intensa, estos afrontan tales circunstancias, y la oración, además de alcanzarlos fraternalmente, los fortalece para este nuevo camino.
La preocupación o la nostalgia pueden generar mucha angustia al ser que falleció. Sin embargo, la oración sincera reconforta el corazón, el Alma de ese ser amado, de modo que reduce o elimina su preocupación, ya sea por sus hijos, su esposa, sus padres u otros familiares y amigos, y pueda, con serenidad, seguir su trayectoria evolutiva.
Oremos a nuestros seres queridos que se encuentran en el Plano Espiritual
Que estas palabras llenas de Amor, nacidas del corazón del escritor Paiva Netto, contenidas en la mencionada obra literaria Los muertos no mueren, traigan luz a su corazón para orar también por los que partieron y que se encuentran vivos:
“(...) Cuando mis queridos y amados padres, Idalina Cecília de Paiva (1913-1994) y Bruno Simões de Paiva (1911-2000), y mi adorada hermana, Lícia Margarida de Paiva (1942-2010), fallecieron, mi corazón lo padeció mucho. Sin embargo, comencé a realizar un conmovido diálogo con el Creador, amenizando la nostalgia y trasmitiéndoles mensajes de paz y gratitud. Enseguida sentí que siguen vivos, porque ¡los muertos no mueren! Suelo afirmar: cuando se ora, el Alma respira, fertilizando la existencia espiritual y humana. Hacer una oración resulta esencial para despejar el horizonte del corazón.”
Entonces, ¿qué tal si oramos juntos por los seres queridos que ya se fueron? Ore a Jesús con todo su corazón. Aproveche este momento para pensar en las personas que ama y que ya desencarnaron, y ahora viven en el Mundo Espiritual. Visualice y sienta la presencia amorosa de cada uno de ellos.
Una madre amorosa, cuya ternura y cuidado aún calientan su corazón; un padre dedicado, cuyo ejemplo y fuerza aún le inspiran a vivir; un hijo querido, cuyo recuerdo trae una sonrisa y nostalgia; un abuelo afectuoso, cuya sabiduría y cariño dejaron profundas huellas en su vida.
Le invitamos a elevar sus pensamientos sobre el amor que estas personas trajeron a su vida. Que esta oración sea un momento de refrigerio para su Alma, brindándole consuelo y paz interior, mientras envía vibraciones de amor y luz a sus seres queridos en el Plano Espiritual.
Reforzamos: la vida continúa en el Mundo Espiritual, activa y actuante en su jornada de evolución. Por lo tanto, la oración es importante para todas las personas, ya sea en la Tierra o en otras moradas del Padre Celestial, pues dirige las vibraciones de amor y amparo de Jesús a quienes la necesitan. Por ello, oremos, siempre que sea posible, por nuestros Hermanos fallecidos.
Recordamos que, si usted se siente solo o angustiado por la muerte de un ser querido, además de las oraciones individuales que esté realizando, debe saber que puede contar con el apoyo de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo a través de las atenciones que se realizan en línea.
A continuación, hemos seleccionado dos servicios que se realizan diariamente de forma gratuita, acogedora, confidencial y en línea. No dude en programar el mejor día y hora. Nuestras atenciones están diseñadas para atender sus inquietudes y ayudarle a encontrar Fuerza, Fe y Tranquilidad en Jesús.
+ Hable con Nosotros