La Jovem Legionaria de la Buena Voluntad de Dios Paula Ribeiro analiza la importancia de cuidar de las cuestiones del Alma para construir el ambiente espiritual necesario para el Regreso Triunfal de Jesús a partir de las enseñanzas del Sublime Psicólogo.
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El Presidente Predicador de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo1, José de Paiva Netto, en el segundo volumen de su obra Sagradas Diretrizes Espirituais da Religião de Deus, do Cristo e do Espírito Santo [Sagradas Directrices Espirituales de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo], presenta las Cinco Lecciones Prácticas del Centro Espiritual Universalista (CEU) de la Religión Divina, definidas por el inolvidable Hermano Alziro Zarur (1914-1979).
En la Cuarta Lección, titulada “O pensamento e o destino” [El pensamiento y el destino], encontramos esta importante explicación:
“El Espíritu es la individualidad, el Yo central. El Alma es la zona del intelecto donde se originan los pensamientos, la parte que está en constante progreso y cambio: es la personalidad. Un collar es el mejor ejemplo: el hilo es la individualidad y cada una de las cuentas serían las personalidades. Todo el collar sería la unidad completa del Espíritu”.
En esa perspectiva, la forma como pensamos y actuamos en cada encarnación es una producción histórica. En el Espíritu, nuestro “Yo central”, traemos un bagaje de conocimientos y valores eternos que nos dirigen a determinados caminos en la vida, pero la manera como utilizamos esos talentos espirituales está directamente conectada al modo como nuestra subjetividad —nuestra manera de entender el mundo y posicionarnos en él como sujetos— es construida en la Tierra, formando nuestra personalidad en cada existencia.
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¿Y los comportamientos y valores formados en sociedad?
En la vivencia en sociedad, la forma como nos comportamos está determinada por conceptos humanos, por ciertos saberes y discursos que son presentados como patrones de referencia y conducta. En general, a quienes son considerados poseedores de ese conocimiento les es dado el poder de establecer Leyes y reglas de convivencia social.
Sin embargo, a lo largo de los siglos, vemos que no siempre las normas terrenales tienen en cuenta las necesidades espirituales del ser, y no se estimula a la personalidad humana a desarrollar conscientemente los valores inmortales que cada Espíritu tiene.
Por ese motivo, la historia también nos muestra que no siempre las verdades establecidas o los llamados “poderosos” son los que presentan las soluciones para los problemas humanos y sociales. Esto sucede porque quien prioriza los valores materiales posiblemente tendrá éxito y placer momentáneos, pero a largo plazo esa elección se vuelve ineficaz e incluso nociva.
Al seguir ese camino, el ser humano no logra satisfacerse por completo, porque no llena el Alma, y acaba encontrando sufrimiento por la frustración, la soledad, la depresión, entre otros males que vienen dictando un nuevo perfil de enfermedades psíquicas, aumentando la búsqueda por ayuda terapéutica y/o psiquiátrica en el mundo.
En Su Sermón Profético (Evangelio, según San Mateo, 24:15), Jesús ya anticipaba el resultado de ese apartarse de los valores espirituales y los males que esto causaría en el interior de las personas al hablar de la “abominación de la desolación en el lugar santo”. Y el Hermano Paiva explica:
“¿Qué lugar más santo en el mundo puede existir, además del interior de las criaturas de Dios, el corazón, el cerebro, el Alma de las personas?”.
Despertar los valores espirituales a partir de la personalidad
Uno de los objetivos de la Psicología es ayudar a las personas a encontrar caminos mejores para sus vidas, despertando la fuerza y la sabiduría que cada uno tiene en sí para cambiar realidades psíquicas que les traen sufrimiento.
Es en ese sentido que entendemos, en la Religión del Tercer Milenio, a Jesús como el Divino Psicólogo, porque, con Su manera fraterna de intervenir, es el que más brillantemente conduce a los seres humanos a descubrir en su interior los talentos espirituales y desarrollarlos.
También en las Sagradas Directrices Espirituales de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, volumen 2, en el subtítulo “O exemplo do Cristo deve inspirar todos os campos da vida" [El ejemplo del Cristo debe inspirar a todos en los campos de la vida], el escritor Paiva Netto afirma que
Jesús fue “Filósofo, cuando desarrolló Su Divina Doctrina; Psicólogo, cuando la adecuó al conocimiento de las masas populares”. Más que enseñar a las personas a combatir los efectos de sus acciones, cambiando aquello que los hace sufrir por lo que les proporciona bienestar, las lecciones del Sublime Amigo muestran cómo evitar los problemas en su origen.
En las narraciones del Evangelio, vemos esto cuando el Maestro de los maestros pregunta:
“¿De qué le sirve ganar todo el mundo, si pierde su Alma? (...)” (Evangelio, según San Mateo, 16:26).
Al hacer que las personas reflexionen sobre sus actitudes, ellas comienzan a cuestionar algunas certezas establecidas y se vuelve posible un cambio de postura. Entonces, en ese momento, Él presenta un nuevo camino, como vemos en el versículo 27:
“(...) el Hijo de Dios vendrá sobre las nubes en la gloria de Su Padre, con Sus Santos Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Cuando nos integramos a los valores del Espíritu, naturalmente buscamos aquello que nos hace Bien a nosotros y a nuestros semejantes. Independientemente del área de acción en la sociedad, de la etnia, religión o filosofía, actuando así surge en nuestra personalidad el Poder Celestial, haciendo emerger una nueva forma de constitución subjetiva:
“El Reino de Dios está entre vosotros” (Buena Nueva, según San Lucas, 17:21).
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La reforma íntima propuesta por el Cristo
Vemos que el Pedagogo Celestial no juzga, enseña. Sus lecciones no intervienen solo en los hechos específicos descriptos en el Evangelio, sino que los utiliza como puentes para, a partir de elementos de la personalidad de los individuos, promover transformaciones profundas, despertando las Verdades Eternas que cada uno trae en el Espíritu.
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El Hermano Paiva destaca que la reforma propuesta por el Cristo es definitiva, porque actúa para solucionar las causas que generan los problemas individuales y colectivos. Sus prédicas y ejemplos despiertan la potencia divina que existe en cada uno de nosotros y nos enseñan a construir nuestra personalidad a partir de los valores espirituales.
Alcanzar ese entendimiento significa experimentar, desde ahora, el Regreso Glorioso de Jesús en nuestra vida, porque, como explica el Hermano Paiva, no sucede solo en el sentido literal, sino que se va construyendo espiritualmente por nuestra práctica diaria:
“Cuando Él regrese, todas las áreas del saber humano Le deben ser devueltas, no solamente la Religión, sino también la Política, la Filosofía, la Ciencia, la Economía, el Arte, el Deporte y todo lo demás, ya que estos fueron talentos que el Señor de la Mies dejó con Sus servidores para que los multiplicaran, mientras que Él partía de viaje”.
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Jesús: el gran paradigma a seguir
Por proyectar esa verdadera revolución interior, consideramos que Jesús es el gran paradigma para repensar algunos modos de producirse y reforzarse a lo largo del tiempo y hasta qué punto la Humanidad ha aceptado encuadrarse en ellos, muchas veces poniéndose en la posición de sujetos pasivos a los acontecimientos.
La influencia bendita del Divino Educador puede contribuir mucho para ampliar los estudios de la Psicología, porque ejemplifica que el verdadero saber y el verdadero poder no se imponen, sino que el individuo los construye a partir del entendimiento y de la vivencia de la Verdad de Dios: Su Amor Infinito.
Así, saca a las personas de la posición de simple aceptación de las convenciones humanas y las lleva a repensar y a posicionarse éticamente sobre los hechos, demostrando —como nos explica el Hermano Paiva en su obra Jesus, a Dor e a origen de Sua Autoridade [Jesús, el Dolor y el origen de Su Autoridad] (2014)— que el verdadero Poder nace del servir y que todo conocimiento se debe fundamentar en las Leyes Divinas para ser realmente eficaz.
El mensaje del Libertador Celestial ilumina el interior de las personas y abre sus mentes para entender que el verdadero Poder no pertenece a quienes retienen los saberes humanos o a quienes se encuentran en posiciones destacadas en la sociedad, sino a quienes están integrados al Amor Fraterno, conforme esclarece la Religión Divina.
Cambio de postura ante los desafíos
En un diálogo con Pilato, Jesús ejemplifica el cambio de postura que debemos tener ante los desafíos. Conociendo la intimidad de los seres humanos, el Cristo sabía que era necesario enfrentar la crucifixión, por eso mantenía la serenidad de Su Espíritu sin mácula ante el gobernador de Judea. Sin embargo, Pilato creía tener poder sobre Su vida y se incomodó con el silencio del Maestro, preguntándoLe: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarTe, y autoridad para soltarTe?” A lo que Jesús dijo:
“Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no te fuera dada de Arriba” (Evangelio, según San Juan, 19:10 y 11).
Aquel que es Uno con el Padre (Evangelio, según San Juan, 10:30) muestra porqué tiene el verdadero Poder:
“Yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que Yo de mí mismo la ofrezco. Y tengo Poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Buena Nueva, según San Juan, 10:17 y 18).
Los sellos, la intimidad humana y el Regreso de Jesús
En el Apocalipsis de Jesús, 5:4, Juan Evangelista, consternado, constata que nadie tenía merecimiento para abrir el libro sellado con siete sellos: “Y lloraba yo mucho, porque no se hallaba a nadie que fuera digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni siquiera de mirarlo”.
La Religión Divina esclarece que la apertura de los siete sellos (Apocalipsis, 6 y 8) es un simbolismo sagrado que representa la revelación de lo que pasa en las Almas. Presenta todo aquello de bueno o de malo que el individuo construyó en la vida personal y colectiva, manifestando los diversos aspectos de su personalidad, los cuales definirán su destino en la Tierra y en el Mundo de la Verdad.
Luego, si nadie fue encontrado digno de revelar los secretos de la Humanidad, es porque el interior de los seres fue corrompido por valores que no están integrados en las Leyes Universales. Estudioso del Apocalipsis, el Hermano Paiva nos enseña que esa siembra individual se refleja a nivel colectivo, revelándose en los hechos mundiales que todos estamos acompañando, también profetizados en el Libro de la Revelación, por ejemplo, lo que vemos después de la apertura del último sello, con el toque de las siete trompetas (Apocalipsis, capítulos 8 y 11).
El texto sagrado nos muestra que Jesús es el único digno de abrir el libro de la Vida, conforme uno de los ancianos revela a Juan:
“No llores: porque el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, por Su victoria alcanzó el poder de abrir el libro y desatar sus siete sellos (Él es el Cristo de Dios)” (Apocalipsis, 5:5).
Ese hecho nos certifica que Él es el paradigma de conducta ética para los seres espirituales y humanos.
Al abrir los sellos, el Jesús se presenta dirigiendo los destinos humanos
A pesar de dar inicio al momento en que cada uno de nosotros tendrá que enfrentar como consecuencia de nuestros actos —“nada hay encubierto que no haya de ser descubierto” (Evangelio, según San Mateo, 10:26)—, el Psicólogo Divino misericordiosamente dirige la transformación de la intimidad humana hacia el bien, dando a cada uno el mayor incentivo que podría recibir para mantener el Alma íntegra:
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero para probar a los que habitan sobre la Tierra. ¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis, 3:10 y 22:12).
Estos pasajes nos indica que el Regreso Triunfal de Jesús al planeta depende de cómo lidiamos con nuestro interior.
Él nos enseña a construir nuestra personalidad, fundamentados en Su Poder y en Su Sabiduría. En la medida que despertamos los talentos del Espíritu, nuestras acciones naturalmente empiezan a edificar el Reino de Dios en la Tierra, permitiendo que nuestro interior se ilumine.
Es decir, entramos en la frecuencia vibratoria del Amor Solidario Divino, como afirma la Religión del Tercer Milenio. Con esa perspectiva, entendemos que la “Nueva Jerusalén” (Apocalipsis, 21:2) —el encuentro de las Humanidades del Cielo y de la Tierra— nace de nuestra Alma integrada a las Leyes Universales, por lo tanto, celestiales; y así es como una ciudad humana se va construyendo paso a paso, por nuestras Buenas Obras.
El dinámico Regreso Triunfal de Jesús, el Psicólogo Celestial conduce a los seres humanos a una madurez sin precedentes en nuestra historia.
Los jóvenes de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo lo invitan a participar, también en este debate, sobre el último libro de la Santa Biblia, el Apocalipsis de Jesús. Escriba a: espanol@boavontade.com. Consulte también otros artículos del escritor Paiva Netto acerca de las profecías finales: www.paivanetto.com.
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* Paula Ribeiro Joven Ecuménica de la Religión del Tercer Milenio y Máster en Psicología por la Universidad Federal Fluminense (UFF), de Rio de Janeiro, Brasil.
1 Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo: También denominada Religión del Tercer Milenio y Religión del Amor Universal. Se trata de la Religión Ecuménica de Brasil y del mundo.